Esperando resultados en urgencias, mi mente va y viene y se me ocurre que la visión, nuestro sentido prioritario, el sentido que guía la acción, no sería nada sin la integración con el resto de los sentidos. Necesito que haya flexibilidad entre los sistemas, que el niño que evalúo sea capaz de realizar determinados procedimientos visuales cuando su equilibrio está implicado o cuando diez niños hablan en clase, porque en su día a día no van a encontrar una situación puramente visual. Cuanto más integrado esté el sistema visual con el resto mejor va a ser la funcionalidad del niño. Esta flexibilidad es la que nos permite conducir mientras mantenemos una conversación.

Normalmente para simplificar las cosas solemos poner separaciones, si soy Optometrista voy a trabajar con ojos, acomodación, vergencias, movimientos oculares etc. Pero esto nunca y cuando digo nunca es NUNCA es así, porque todo pasa a la vez, los ojos no funcionan por separado, su función no es recoger una imagen sin sentido si no dar coherencia a un todo con el resto de sistemas, veo como dices algo y lo oigo, la parte visual no está en un conducto estanco y la auditiva en otro sin comunicación entre ellas, esto no sucede así y repito para facilitar la comprensión acerca del funcionamiento del cerebro solemos separarlo todo, sin embargo en realidad la comunicación y la integración entre los sistemas es lo habitual.

Por eso si consigo que un niño mueva sus ojos de manera precisa siguiendo una pelota, pero si además es capaz responderme a sencillas preguntas mientras la sigue o estar encima de una tabla de equilibrio, significará que esta acción de mover de manera precisa sus ojos está automatizada porque le queda parte de su lóbulo frontal disponible para realizar otras tareas y además me dice que existe flexibilidad entre sus sistemas. Por eso cada vez estoy más convencida que las palabras “terapia visual” no le hacen justicia al trabajo que desempeño, me parece mejor definición “terapia neurocognitiva”.

Cuando tratamos con niños con daño cerebral esta parte es primordial y el trabajo multidisciplinar se convierte en imprescindible.

Me encantan estos casos porque cada uno es diferente y el proceso se convierte en aprendizaje tanto para el niño como para el profesional.

Cuando empiezas una terapia tienes unos objetivos marcados que a veces no se alcanzan y otros superan con creces, aquí dos y dos nunca son cuatro, esta parte tan apasionante de mi trabajo, me hace disfrutar como una enana cuando uno de mis peques es capaz de salvar un obstáculo con precisión o mueve las manos cuando se lo pido. Estos pequeños logros pueden significar mucho para sus cortas vidas, por eso les doy valor, para mi es muy importante intentar llegar a su potencial sea cual sea. Hasta la próxima…